
ENCUENTRO
Un día en mi senda perdido,
viviendo mi profunda soledad,
entré en aquel café del tiempo
donde nos conocimos.
Eran las dos de la madrugada.
Junto a aquel rincón solitario,
donde el silencio se emancipaba
con los murmullos seductores,
me senté a tomar un café.
Tú, que estabas con un cigarrillo entre las manos,
tenías la mirada perdida, absorta,
por unos pensamientos aturdidos
y un desengaño cruel.
Una mirada tuya,
una sonrisa encubierta,
una necesidad de amar,
de hablar, de ser comprendida,
indujo a romper mi propio silencio.
Tu mirada pasajera
perdida en el tiempo;
tu necesidad de amar,
tu cuerpo afligido
y tu corazón destrozado,
motivaron a nuestro encuentro.
Juntos avanzamos en nuestro silencio,
perseguimos nuestra comprensión,
insinuamos nuestra relación,
descubriendo que las voces del alma
y las soledades compartidas
avanzan hacia los encuentros de amor.
ÁNGEL SANZ GOENA
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Las últimas palabras son muy fuertes.
ResponderEliminarHermoso.
Abrazo.
La vulnerabilidad y la soledad a veces juegan con el destino.
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